Imaginemos por un momento que una mujer común, de la noche a la mañana, se convirtiera en una experta erudita de la lengua y la gramática. ¿Cómo afectaría este giro inesperado a su vida? ¿Ampliaría sus horizontes personales y profesionales, o, por el contrario, la sumiría en la incomprensión y el aislamiento de su entorno? Esta premisa, que parece sacada de una historia de ciencia ficción, plantea una reflexión profunda sobre el poder del lenguaje y su impacto en la identidad y las relaciones sociales.
Ahora, añadamos otro elemento a esta hipótesis: un prestigioso neurocientífico decide someter a esta mujer a un proceso de «desprogramación lingüística